martes, agosto 23, 2005

Online versus offline

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Internet es una herramienta poderosamente democratizadora. Un niño de 9 años de Cañete puede acceder a un libro que ni siquiera se haya publicado en su país (y mucho menos llegado a su pueblo). Pero esto, obviamente, sólo puede suceder si tiene un computador con Internet. A esta diferencia entre “pudientes” y “no pudientes” la llamaron “brecha digital”.
En un lado de la brecha tenemos los “pudientes”, los que tienen acceso a un computador con Internet y lo aprovechan. A estos, los llamaremos “online”. Al otro lado, los “no pudientes”, no pueden tener acceso a un computador con Internet o quizás no les interesa y probablemente la mayoría ni conozca sus beneficios. A este segundo grupo, los llamaremos “offline”.
En un reciente viaje a México fui a bucear, y en la lancha de regreso le pregunté a Pedro, un niño español de 16 años que había buceado conmigo, cuál era su e-mail para enviarle las fotos submarinas en las que él aparecía. Cuando me respondió “no tengo e-mail”, pensé que era una broma. “Si sé, es el 2005, pero es que vivo en el campo”. No es que tuviera uno y no lo revisara. Jamás había tenido. El problema no era económico, era simple ignorancia. Cuando me preguntó “¿para qué me puede servir?”, casi me caigo del bote. Me hizo darme cuenta que la “brecha” no era únicamente entre “pudientes” y “no pudientes”. Aquí tenía a un perfecto candidato “pudiente”, pero que sin embargo estaba “offline” ya que no conocía las ventajas de estar “online”.
Hace 2 meses me compré una lavadora. Cuando llegó Humberto, el gasfiter amigo que me ayudó a instalarla, me preguntó “¿cuánto te costó?”, yo le respondí con cierta sospecha “$ 130.000”. “Yo me compré la mismísima por Internet y me costó sólo $ 70.000”. Me cagó: ambos habíamos comprado en el mismo lugar, yo “offline”, él “online”. Ahí estaba Humberto, de unos 60 años, con anteojos poto de botella, que nunca en mi vida sospeché que se acercaría a un computador, ganándome en mi propio juego. Ahí estaba alguien que caía perfectamente en la categoría “no pudiente” y sin embargo había descubierto los beneficios de Internet y se había preocupado de estar “online”.
Al parecer la brecha no es puramente económica, en gran parte es por no comprender lo que hay al otro lado.
Hay una petición llamada “Mi Primer PC... ¡Pero de Verdad!” que está reuniendo 25.000 firmas para lograr que el proyecto apoyado por el Gobierno de un PC barato “para acortar la brecha digital”, sea realmente barato y sin restricciones (tal como propuse en mi columna pasada). Esta petición sólo existe en Internet y únicamente participan en ella los “online”, quienes están haciendo esto para beneficio de los “offline”. Lo más gracioso, es que probablemente los “offline” ni sepan que existe esta iniciativa o ni les interese, por simple ignorancia.